¿Cómo se proyectaría un edificio “científico” en el corazón de una ciudad histórica? ¿Cómo se proyectaría un edificio destinado a exhibir elementos desconocidos, extraños y cambiantes? Una posible respuesta es a partir de una gran caja. Pero no una caja cualquiera sino una caja moderna que responda mediante su abstracción y diafanidad a tales interrogantes. Así ocurre en el Museo de la Ciencia de Cuenca.
Esta abstracción no solo manifiesta la edad de la caja frente a sus vecinos más viejos sino que también le ayuda a relacionarse con ellos. De esta forma la caja deja el protagonismo a las portadas barrocas de la plaza de la Merced. O se viste con unos muros ciegos que la hacen dialogar con la introversión de la ciudad medieval. O se cubre con un hormigón terroso del mismo color que el seminario de San Julián. O le permite adaptarse a las alturas de sus vecinos y a la irregular geometría de su parcela sin perder por ello un ápice de su personalidad.
Mientras que la diafanidad permite a la caja concebir su espacio interior de una forma continua y adaptable. Un lugar en el que solamente se sitúan unas grandes mesas que posibilitan cierta división espacial y un conjunto de pilares que reinterpretan el orden clásico formando un espacio de numerosas reminiscencias históricas. Aunque de forma desoladora acaben rivalizando con el gran número de artefactos que caracterizan este tipo de museos.
Salvador Pérez Arroyo Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha (1992-98) Promotor: Junta de Comunidades de Castilla La Mancha Dirección: Plaza de la Merced 1, Cuenca mañana del 7 de diciembre de 2012 dedicado a Sonsoles Vela Navarro