Entre los edificios que he visitado, donde me he sentido más identificada como arquitecto y como persona con una determinada actitud ante las cosas, ha sido en el CESC y en el MAPS, ambos de la arquitecta italiana Lina Bo Bardi, ambos en Sao Paulo.
Estos edificios manifiestan valores que tienen que ver con la actitud decidida de afrontar cada proyecto como una oportunidad para desarrollar espacio público, espacio al acceso de todos y arquitectura en correspondencia con la vida pública para producir lugares de encuentro, lugares donde las personas se comunican.
El concepto de espacio público no se limita hoy a expresar una mera voluntad descriptiva, sino que vehicula una fuerte connotación política.
Lo público es lo que atañe a toda la ciudadanía. En nuestro contexto lo público ha pasado progresivamente de contener y expresar un carácter monumental y representativo a ser sujeto de otro tipo de condiciones muy diversas, pero podría generalizarse que ha predominado, en mayor o menor grado, la condición de acercamiento al usuario. Hacer fácil al usuario su integración y aún más, que el usuario pueda hacer suyo el espacio público.
Como se trata de hablar de un solo edificio, voy a centrarme en el MAPS – 1957-68- porque presenta unas condiciones urbanas de mayor potencia y singularidad.
Es verdad que para todo se tienen que dar las condiciones objetivas adecuadas, y en este caso se dieron, en Brasil, donde Lina y su marido emigran desde Italia después de vivir el drama de una guerra en la que se han implicado activamente, desde su compromiso con el Partido Comunista, formando parte de la resistencia a la invasión alemana de la península italiana.
La pareja llega finales de los 40 a un país donde se está produciendo un extraordinario proceso de expansión económica y cultural, auspiciado por un paréntesis de gobierno progresista dirigido por Getulio Vargas. En este lugar encuentran un país acogedor, “un país inimaginable donde todo es posible”, expresaba Lina, y ese país acogerá sus potentes obras de arquitectura que progresivamente alcanzan más y más valor según transcurre el tiempo.
Pietro María Bardi, pareja de Lina, galerista y coleccionista de arte, es quien recibe el encargo de Assis Chatoubriand, empresario de las comunicaciones, para desarrollar un proyecto museístico de arte moderno en Sao Paulo.
El solar, situado en la Avenida Paulista, hoy en pleno centro de la ciudad, es propiedad de la administración municipal, y ha sido donado por el ingeniero Joaquin Eugenio de Lima, constructor de la Avenida Paulista, quien puso la condición de que jamás se construyera una obra que perjudicase la amplitud del panorama urbano existente, un solar que conforma una gran plataforma en balcón hacia la Avda. 9 de Julio por cuyo subsuelo discurre una línea ferroviaria.
Lina Bo Bardi, con la colaboración del ingeniero José Carlos Figueiredo Ferraz, concibe un bloque subterráneo y uno elevado, éste último suspendido a ocho metros del piso a través de cuatro grandes pilares entrelazados por dos gigantescas vigas de hormigón armado. Sobre ellas, se extendía lo que era considerado una osadía: la mayor planta libre del mundo en la época, con una extensión total de 74 metros entre los apoyos, consolidando la técnica del hormigón pretensado en Brasil.
Lina Bo Bardi de nuevo sorprende con un edificio que superando el programa consigue mediante una gran cubierta sobre la que se levanta la edificación, un espacio público para la ciudad, donde constantemente se realizan las más diversas actividades ciudadanas.
Un espacio para la ciudad que es un gran mirador, es también un vacío urbano que desahoga la avenida Paulista, es una plaza cubierta con una vida extraordinaria, dos planos paralelos que abren todas las posibilidades que se le pueda exigir a un espacio público.
Quien lo haya visitado habrá podido comprobar la eficacia de tan escasos elementos.
La tipología del museo se aparta del tradicional museo dirigido, con un recorrido preestablecido, planteando un espacio único sin pilares donde todo resulta posible. La experiencia libre del espacio, que puede ser recorrido como se quiera y usado como se quiera.
Otro ejemplo de espacio público ganado para la ciudad, que extiende las posibilidades de uso de los ciudadanos, con libertad, atendiendo a los factores urbanos que lo cualifican y definiendo un nuevo lugar de gran carácter que sigue siendo hoy uno de los lugares más interesantes de la ciudad por todo lo que posibilita.
Lina Bo Bardi, sin excesiva retórica acerca del carácter de una arquitectura moderna, logró diagnosticar y reparar con anticipación muchas de las críticas a la modernidad que subrayaron los arquitectos de la tercera generación, reafirmando el compromiso que tiene la arquitectura en obediencia a las exigencias de un contexto tanto físico como ideológico.
Y resulta del todo interesante que una arquitecta italiana se sume en un país de adopción, de tan altos contenidos culturales específicos diferentes a los suyos de origen, al lenguaje de la modernidad contextualizándolo en su adecuada medida, y haya participado tan activamente en la formación de una cultura propia brasileña.
Texto e imagen (seleccionada) por Lola Alonso Vera (2015)