Estimado amigo y compañero, Rubén:

Ya hace algún tiempo desde que me lanzaste, en voz baja, la pregunta sobre cuál es mi edificio favorito.

Una pregunta similar se nos formuló hace más o menos 35 años a quienes aspirábamos a ingresar en la Escuela de Arquitectura de Pamplona.

Tengo una vaga idea de cómo salí al paso de aquella situación, pero no tengo ni la menor idea de cómo salir de ésta.

Sinceramente creo que no tengo un edificio favorito, y si tuviera que destacar uno, creo que muchos otros podrían entrar en ataque de celos. Si destacara varios, para repartir cariño, no estaría atendiendo a la literalidad de tu pregunta y  tampoco quiero restar contundencia a la palabra “favorito” que es la clave de la cuestión.

Sin embargo,  el otro día un amigo me habló de un cuadro que está en el Museo del Prado, pintado por un tal Velázquez –por lo visto, él mismo aparece en el lienzo-. Se trata de un retrato de un grupo de niñas que pertenecen a la corte real de Felipe IV. Según me cuenta, la estructura del cuadro está organizada de tal modo, que una serie de atractivas relaciones se producen entre las figuras entre sí, el espacio que las rodea y fluye por el cuadro y que, al parecer trasciende fuera de él, haciendo que el observador que está fuera de la escena, sienta en cierto modo que participa de ella, aunque no supo concretarme si era al revés y eran la figuras pintadas y en general todo lo que allí se reproducía lo que verdaderamente desembarcaba en el ámbito propio del quien lo contempla. O una mezcla, tal vez…En fin, nunca había visto cosa semejante, me dijo. Pensando sobre ello me pareció que estaba ante la descripción de la esencia de todas mis arquitecturas favoritas, de todos los edificios a los que me siento más íntimamente unido, porque me hablaba de ese “no sé qué” que caracteriza a todos ellos y que gracias a Dios no tiene definición precisa. Bendita indefinición. Pensé que te gustaría compartir conmigo estas apreciaciones y por eso te envío una imagen del cuadro como adelanto de una posible visita para disfrutarlo juntos, que es cuando, según me dicen, puede uno comprobar lo anunciado. Estoy seguro de no nos defraudará.

Texto e imagen (seleccionada) por Jesús Leache (2015)