Aunque ha sido una difícil tarea y no conseguíamos ponernos de acuerdo en la totalidad de un edificio, al menos lo hemos conseguido en la parte de uno: la Triple Escalera Helicoidal que Domingo Antonio de Andrade construyó en el monasterio de Santo Domingo de Bonaval entre 1695 y 1705. Su autonomía como obra completa y su audacia constructiva, la hacen merecedora de este distintivo, para nosotros emblema, junto con otra de sus excelentes piezas, la Torre del Reloj de la Catedral de Santiago, de la arquitectura de cualquier tiempo en Galicia.
Con Domingo de Andrade nos unen además otras cuestiones, como su origen de nacimiento en Costa da Morte, un territorio en el que vivimos y sobre el que hemos construido algunas de nuestras obras más conocidas.
La escalera de Santo Domingo de Bonaval, hoy Museo do Pobo Galego y antes monasterio en cuyos terrenos se han construido el Parque de Bonaval y el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC), es para nosotros un ejercicio fascinante que muestra lo que un espacio interior de circulación puede llegar a representar en la expresión y el significado de un edificio.
Situar un volumen circular en una de las esquinas del claustro, entre el ala norte y la oeste. Acceder de forma independiente a cada una de las tres plantas, dejando para el interior los cruces y conexiones entre espacios y usos. Alcanzar, con la rampa más larga el lucernario cenital al que llegas tras ir pasando, entre otras rampas que son como la tuya pero que no son la tuya y que terminan en puertas a las que no puedes acceder. ¿Me habré equivocado? Descender y volver a subir. ¿Me he vuelto a equivocar?
La cúpula del lucernario es de media naranja, blanca, como sus paredes. En la ascensión tienes la sensación de caminar por un laberinto que, en vertical, te va llenando de luz pero al que nunca consigues saber si vas a llegar hasta el final. Y desde ahí, una torrecilla y un balcón muestran la hermosa vista de la ciudad.
La obra tiene un antecedente en la Capilla del Espíritu Santo de la Catedral, un ensayo previo. Un reto con referencias a los tratados de Vignola y Palladio que dibujan escaleras helicoidales de dos rampas en el caso del primero y una y cuatro rampas en el segundo, pero que no se habían construido hasta ahora y que posteriormente, ya en el s.XX (1932), sí hará Giuseppe Momo, ésta con dos rampas, en el Museo Vaticano de Roma.
En definitiva, una obra de arquitectura imprescindible en una visita a Santiago de Compostela. Cercana a otras y uno de nuestros edificios favoritos sin lugar a dudas.
Texto e imagen por Juan Creus y Covandonga Carrasco (CREUSeCARRASCO) (2016)
Una excelente elección