El 4 de octubre de 1928 un joven Lou entraba en Italia por la ciudad fronteriza de Brennero después de haber viajado durante seis meses por el norte y el centro del viejo continente. Desde allí, tras un breve paso por Verona, se dirigirá su primera mirada hacia Venecia. Pocas huellas han permanecen de su estancia en esta ciudad salvo un puñado de excelentes dibujos. Tres acuarelas describen sendas postales venecianas con sus góndolas que se recortan sobre las cúpulas de fondo. Otra pequeña acuarela que mira hacia una colorida esquina. Y por último, un apunte de tres de las grandes arquitecturas venecianas como son San Giorgio Maggiore, Santa Maria della Salute y la Piazza di San Marco.

Veintitrés años después, a finales de febrero de 1951, un ya maduro Kahn se dirigía de nuevo hacia Venecia. Una última visita antes de regresar a su país que ponía punto final a su estancia trimestral en la American Academy in Rome. Pocos vestigios vuelven a quedar de su nueva estancia veneciana salvo una vez más de varios apuntes de la misma. Estos, esta vez, no se dirigen hacia imágenes pintorescas sino que describen espacialmente la Piazza di San Marco. Tres apuntes a lápiz narran secuencialmente su ingreso desde el Palacio Ducal, la Piazzeta di San Marco o el frente norte y oeste de la propia Basílica. Y además, acaba regalando uno de sus más enigmáticos y fascinantes dibujos como es el apunte que realizó del Cà d’Oro.

 Una ciudad a la que tardará más de una década en regresar pero que en los últimos años de su vida se volverá un destino imprescindible en su trayectoria.

Continuará…

Síntesis de una entrada de la tesis doctoral «Densidad Aparente. Las lecciones de Roma en Louis I. Kahn» del doctorando Rubén García Rubio bajo la codirección de Francesco Cellini (Univ. Roma tre), Julio Grijalba (Univ. Valladolid) y Juan Carlos Arnuncio (Univ. Politécnica de Madrid)