Como si se tratara del armazón de un barco que se ensambla en el astillero, el Centro de la Fundación Botín continúa su construcción.
Parece que la cornisa cantábrica se abona a la firma Pritzker, y es que desde que el último premiado Príncipe de Asturias (Frank Gehry) construyera la sede del Guggenheim en Bilbao, las demás ciudades costeras del norte español no quieren ser menos. Así encontramos el Kursaal de Moneo en San Sebastián, el centro Niemeyer en Avilés o la fallida Ciudad de la Cultura diseñada por Peter Eisenman en Santiago de Compostela. Proyectos donde se les permite a estos arquitectos dar rienda suelta a una desbocada imaginación y en los que la belleza de la maqueta inicial se convierte en megalómanas construcciones. Así, la ciudad del banquero seguirá esta estela, encargando a Renzo Piano el diseño del complejo.
Hijo de constructores e influido por el diseño naval, observamos como quedan aún a día de hoy vistas las “cuadernas” que conforman el esqueleto de los dos cuerpos y permiten que “floten” sobre el lugar buscando crear una plaza que haga permeable la relación entre ciudad, parque y mar. Amarrado en un antiguo muelle de la Albareda, quizá con intención de zarpar. Botín pretendía dejar una huella física en la que fue su ciudad, y un legado útil para sus conciudadanos. El edificio goza de una posición privilegiada, y que por ello no deja de ser polémica, desde donde se ve (y se deja ver) toda la bahía de Santander. El emplazamiento modifica los jardines de la Pereda renovando el extremo del paseo marítimo e intentando cuidar un espacio verde que solo el tiempo y buen hacer de los jardineros dirán si es o no apropiado. La carretera paralela a la línea costera llegado a este punto se soterra, sirviendo al museo como punto de carga y descarga y haciendo una mejora a nivel de ciudad reduciendo ruidos y contaminación de los vehículos que circulen en este entorno.
Constructivamente el Centro Botín es un edificio concebido como dos volúmenes independientes (Este y Oeste) conectados por una pasarela metálica suspendida. Estos dos grandes bloques debían flotar sobre los jardines preexistentes, renovándolos y permitiendo la continuidad de las vistas desde el Jardín de la Pereda hacia el mar. Debido a ello se plantea una estructura compuesta por cerchas de acero de gran dimensión que apoyan sobre pilares, liberando así la planta baja. Además el tipo de estructura planteada, permite que ambos volúmenes vuelen unos metros sobre el agua, consiguiendo que la sensación de levitación que se transmite sea aún mayor.
La construcción se inicia con ejecución de la pantalla contínua que sirve como contención del terreno. Este proceso es ejecutado mediante hidrofresado, y permite conseguir una profundidad de hasta 27 metros. Estas pantallas se utilizan tanto para los sótanos como para el paso inferior que permitirá el paso del tráfico por debajo de los jardines. La cimentación está constituida por una losa de hormigón que recoge todas las cargas del sótano, mientras que otra losa constituye la parte superior del mismo sótano soportando las cargas procedentes de la estructura metálica superior.
Una vez está el hormigón curado se comienza a colocar la estructura superior, fijando los pilares que soportarán las cerchas metálicas a la losa. De manera simultánea se comienzan a ensamblar las celosías, colocádolas sobre durmientes para disponerlas en posición vertical. Cuando están preparadas se izan mediante grúas para dejarlas en su lugar definitivo, soldadas a los pilares y por último se sueldan las vigas metálicas sobre las celosías para completar la estructura. Todos los elementos metálicos que se utilizan son producidos por una fábrica localizada en Tomelloso y posteriormente transportados a obra. El lucernario también recibe protagonismo dado su gran tamaño y es que está compuesto por hasta 264 paneles de vidrio. En los distintos procesos de la construcción el número medio de operarios trabajando es de cien, incluyendo los tajos del tunel y rehabilitación de los jardines, un dato elevado que requiere de una buena dirección y organigrama para conseguir una ejecución óptima.
En el momento en el que se realiza la visita, la obra avanza lentamente. A pesar de que la arquitectura de Renzo Piano es considerada comúnmente como high-tech e industrializada, en este caso el arquitecto ha complejizado demasiado el diseño, y entre otros el cerramiento planteado está dando numerosos problemas. El mismo está compuesto por unos «platos» cóncavos de cerámica colocados sobre unos paneles metálicos que, envolviendo la doble curvatura de la cubierta, están provocando la ralentización del proceso constructivo. Estos discos habrán de roscarse uno a uno para componer la fachada, complicando todavía más el hecho de que no responden a un módulo constante sino que varían de canto y diámetro en función de la superficie curva. La estructura de cerchas sobre pilares ya esta colocada, así como los forjados colaborantes de chapa grecada, siendo el problema principal la dificultad para determinar el despiece de las zonas de doble curvatura de la cubierta, ya que se debe conseguir que la colocación de las piezas cerámicas sea perfecta. En palabras del director de obra, la oficina de Renzo Piano no está dispuesto a buscar una solución alternativa por el mero hecho de reducir los plazos.Según él “La obra tardara lo que tenga que tardar”. También pudimos observar cómo se están realizando diferentes pruebas en obra a escala 1:1 para encontrar solución al problema. Es interesante, a la vez que paradójico, comprobar cómo lo que inicialmente se plantea como una obra industrializada, acaba dependiendo de una resolución prácticamente artesanal, en la que se debe trabajar a escala 1:1 y donde el operario se convierte en un «mosaiquista» que deberá acoplar las «teselas» una a una y con el agravante de que cada pieza es diferente.–
El edificio promete ser un hito en la arquitectura contemporánea española, sin embargo debido a las complicaciones anteriormente citadas, y aunque los plazos fijados inicialmente plantean que el edificio estuviera acabado en verano de 2015, el estado actual de la obra hace pensar que esta fecha se va a retrasar aún más. La complejidad técnica propuesta por el arquitecto y la paciencia y confianza que depositó en él, como buen mecenas, el señor Emilio Botín, que así como mostró en vida, consolidaría en sus últimas intenciones al hacer de Santander un nombre reconocido a nivel mundial y dejar en su ciudad natal un centro de cultura monumento a su memoria.
Corrijan por favor, el centro Botín no esta construido en el Sardinero si no en el centro de la ciudad. Muchas gracias
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