Hablar de movimiento moderno brasileño dirige rápidamente nuestra memoria a imágenes concretas: las plásticas obras de Niemeyer en la Brasilia planeada por Lucio Costa o la colaboración entre éste último y Le Corbusier en el Ministerio de la Salud y la Educación en Rio de Janeiro tras un controvertido concurso. Sin embargo, el movimiento moderno se extendió más allá de esas emblemáticas construcciones e ilustres arquitectos, llegó a la escala más cotidiana del hombre: su vivienda y su rutina diaria dentro de la ciudad.
Vila operaria Maria Zélia, São Paulo.
Los orígenes de la vivienda social en Brasil se remontan a la época conocida como República Velha (1889-1930). Las vilas operarias como se conocían a los primeros conjuntos habitacionales, eran viviendas levantadas en las inmediaciones de la industria por las propias empresas. Además de las casas, estos espacios contaban con diferentes equipamientos: guarderías, escuelas y hasta salas de ocio. En definitiva, proyectos que no sólo resolvían un problema habitacional, sino que intervenían en el modo de vivir de los propios trabajadores, aunque en estas intervenciones, había un claro carácter controlador por parte de la industria.
Tras la revolución del 30, los gobiernos venideros se erigen como agente activo de la construcción de viviendas sociales a lo largo del país, a través de organismos como la Fundação da Casa Popular o los Institutos de Aposetandoria e Pensões (IAPs). Éste último fue el organismo impulsor de los principales conjuntos habitacionales que se construyeron entre 1930 y 1964, proyectos que reciben la influencia modernista que ya había empezado su expansión procedente de Europa.
Vecinos del conjunto habitacional Várzea do Carmo, São Paulo. (Foto: Raul Garcez)
Uno de los primeros proyectos fue el conjunto de apartamentos Várzea do Carmo (1950), ubicado en pleno centro de São Paulo. Frente a la baja densidad existente en el entorno, el proyecto se alza con una densidad de 1250hab/ha, transformando el modelo urbanístico que imperaba en el centro de la capital paulista hasta ese momento. El arquitecto, Attílio Corrêa Lima, diseña un conjunto de bloques sobre pilotes, algunos de ellos destinados a viviendas, otros a usos comunes, configurando una planta baja libre y continua, con espacios generosos para la vegetación y estableciendo una jerarquía entre la circulación de los vecinos y el tráfico rodado. Unas características que años más tarde reconoceríamos en el modelo de superquadra propuesto por Niemeyer en Brasilia.
El Edificio Japurá proyectado por el arquitecto e ingeniero Eduardo Kneese de Mello, es otro de los proyectos-ejemplo del momento. Se inserta dentro de un plan de transformación urbanística conocido como Plano de Avenidas que se lleva a cabo en los años 40 en la capital paulista. Su inserción dentro de la parcela genera una calle interior que articula los dos bloques que componen el proyecto. El primero de ellos, al pie de la avenida, alberga locales comerciales y algunos servicios de apoyo al edificio residencial. El bloque residencial al otro lado de ese corredor interior-exterior, se eleva como una de las construcciones verticales del momento con capacidad para 248 apartamentos. Es considerado pionero en la aplicación de los conceptos corbusianos de la Unité d’habitation : apartamentos en dúplex, cubierta habitable, planta baja sobre pilotes, además trabaja todas las soluciones constructivas en hormigón armado.
Aunque sin duda, el proyecto más conocido y divulgado fue el conjunto de viviendas proyectado por el arquitecto Affonso Eduardo Reidy, junto con su pareja, la ingeniera Carmen Portinho.
El proyecto conocido como Pedregulho, se sitúa en uno de los cerros del barrio de São Cristovão, en un terreno irregular con una pendiente pronunciada. La pieza clave del proyecto es el edificio sinuoso que destaca por encima del conjunto a través de una estructura de pilares que se adaptan a los desniveles existentes, una solución original que asegura la vista del mismo sobre la bahía de Guanabara. Reidy recurre a soluciones formales que le permiten controlar la luz y la ventilación de las viviendas, la fachada norte se sirve del «cobogó» para esta función. En su conjunto, la línea entre teoría y práctica de los principios defendidos por Le Corbusier se difumina.
El complejo también cuenta con algunos servicios comunes, como ocurría en el resto de ejemplos, entre los cuales destaca la escuela gimnasio, con un muro de azulejos pensado por el artista Candido Portinari.
Conjunto habitacional Pedregulho (RJ). Affonso Eduardo Reidy y Carmen Portinho. 1964
Estas obras forman parte de un conjunto de proyectos, en los que la vida pública y privada conviven con una solución arquitectónica moderna, que en algunos casos incluye el arte en lo más cotidiano y que interviene en las relaciones vecinales, en la transformación de la sociedad y sus modos de convivir, tal como enunciaba la Carta de Atenas.
Texto e imagenes (seleccionadas) por Sergio Mota De la Hoz | @smotadelahoz (2015)
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