Mi edificio favorito son muchos. Los hay que me han influenciado enormemente por una idea, o que me estimulan por su complejidad. Muchos sin haberlos visitado nunca… Decidí escribir sobre una obra que pude visitar. Una experiencia insustituible.
La Stiva da Morts, de Gion A. Caminada, en Vrin, Suiza. Se trata de un pequeño velatorio en un pueblo de montaña.
El encuentro con este edificio se produjo en una peregrinación personal al territorio del arquitecto, empujado por la admiración entusiasta de algunos compañeros. La visita fue una experiencia sublime, muy íntima. El edificio se encuentra en el borde de un pequeño cementerio, al lado de la iglesia. Uno pregunta en el pueblo y le indican dónde encontrar a llave, debajo de una piedra si no recuerdo mal. Hospitalidad y confianza.
En esta obra confluyen, con maestría, todo el trabajo de Caminada de revisión de la construcción y materialidad vernacular del valle, y al mismo tiempo el tratamiento de la singularidad que requiere un edificio como este, por su valor cívico y espiritual.
De hecho, de Caminada me interesaba (y es lo que me llevó a él) su trabajo constructivo con la madera, y su imbricación a todos los niveles en el territorio en el que trabaja. Pero en la Stiva da Morts este trabajo se impregna poderosamente de una gran sensibilidad. El edificio se “funde” con su entorno, el pueblo, mediante la materialidad y la técnica constructiva, y al mismo tiempo se distingue sutilmente, emparejándose a la iglesia. Se queda a medio camino entre la tectonicidad de los edificios religiosos y la ligereza de lo civil. Y esto emociona. El edificio, de madera, está blanqueado exteriormente con una disolución de cal con suero de leche de vaca. Al llover, esta disolución adquiere transparencia, recuperando parcialmente el color original de la madera, hasta que seca de nuevo recuperando el blanco.
Los interiores son de una domesticidad extremadamente amable. Como una casa. Espacios relativamente pequeños, acogedores desde la forma, generando multitud de superficies y rincones en los que sentarse. Las ventanas establecen una relación profunda con el exterior y al mismo tiempo se convierten en espacio. Todo es madera. Estructura, cerramiento y acabado todo en uno.
Caminada, que tenía como referencia de arquitecto ultra-local, y ultra-pragmático, y al que me había aproximado por un interés en lo constructivo, se me presentó como algo muy profundo, delicado y sutil, confirmando una vez más que en lo más arraigado están los valores más universales.